¿Fue realmente tan cruel Pedro I de Castilla?
Los que seguían a Pedro I de Castilla lo llamaron «el Justiciero». Pero aquellos que lo odiaron y lo perseguían lo conocían como «el Cruel». Y es que Pedro I de Castilla está considerado como uno de los monarcas castellanos más implacables de la historia de España. Pero, ¿fue realmente tan cruel?
La leyenda se ha cernido sobre el monarca que tenía fama de duro entre sus enemigos. No en vano, las fuentes cuentan que él mismo mató a uno de sus hermanos bastardos en la plaza del Alcázar Real de Sevilla con la excusa de que lo metería en la corte con él.
Este pudo uno de los motivos de su muerte posterior a manos de Enrique de Trastámara, también hermano bastardo de Pedro.
El heredero
Alfonso XI solo tuvo un hijo legítimo, Pedro, junto a su esposa María de Portugal. Pedro accedió al trono en 1350, cuando solo tenía 15 años debido a la prematura muerte de su padre en Algeciras por la peste negra.
Aunque no se preocupó mucho por la política en los primeros años de mandato, fue un portugués de su confianza quien se hizo con las riendas de la corona, Juan Alfonso de Albuquerque. El principal problema de Pedro llegaría en su relación con sus hermanos bastardos, hasta 9, frutos de la relación de amantes entre su padre y Leonor de Guzmán.
Fue Enrique de Trastámara el que más combatió al monarca, y el que, según muchas fuentes, mandó escribir la crónicas de la crueldad de Pedro I de Castilla. Entre ellas se describe que en el Castillo de Almodóvar guardaba prisioneros para pedir tributos.
Cuando no recibía dinero los tiraba por un agujero oscuro, allí los dejaba morir de hambre entre escombros, excrementos y oro. El rey utilizaba este agujero con los prisioneros muertos, también como lugar para guardar su riqueza.
Sangre y venganza en el reino
A pesar de no interesarle mucho la política en los inicios de su trono, Pedro se convirtió en un monarca guerrero, frío y estratega. Logró matar a muchos de sus enemigos, contando con sus hermanos bastardos. Consiguió que los nobles fueran contra él y que el pueblo lo quisiera como rey.
En medio de disputas en el campo de batalla, en marzo del 1369, Enrique de Trastámara, convertido en mercenario y con la única idea de hacerse con el trono de Castilla, cercó a Pedro en Montiel.
El rey castellano quiso escapar de noche pero Enrique logró atraparlo en su huída. Las crónicas cuentan que hubo un enfrentamiento cuerpo a cuerpo y que Pedro fue traicionado. Enrique logró asestar una puñalada certera mataría al rey. Después, cortó su cabeza y lo exhibió por todo el reino.
Los días de Pedro I de Castilla, «el Cruel», llegaban a su fin.